marzo 1, 2013 Deja un comentario
Cierta tarde, una joven que visitaba el Camagüey y a quien sus padres habían arrancado sus paisajes patrios desde los 4 años, salió del aeropuerto solo buscando sus palmas. Alguien le había convencido de que en Cuba ya no se veían, “Fidel las había mandando a arrancar”. No supe bien si era la sutileza del desarraigo o el absurdo desempolvado. Ví lágrimas en sus ojos ante el majestuoso batir de mis palmas.
Comentarios recientes